jueves, 14 de agosto de 2008

Tartagal. Episodio 3.

Estoy acá nuevamente. Desde el martes y hasta mañana. Pero hoy terminé el ciclo de capacitaciones del año. Y estoy feliz. Recuperé un poco el gusto por este trabajo. La relación con las maestras, después de haberlas visto tres veces seguidas en lo que va del año, ya es mucho más fluida y de confianza. Y me sentí muy valorada. En las evaluaciones de la capacitación que tuvieron que llenar todas reconocían el buen clima que se generó, cómo se sintieron cómodas para expresar dudas y el buen manejo de contentidos que se trabajaron. Mi formación y mi humildad para transmitirla y para traerlas a la tarea cuando se iban por las ramas. Hubo un par que me emocionaron... no sin pudor, copio algunas cosas de las que escribieron: "Profesora, con usted redescubrí que disfruto de los cuentos leídos por una voz dulce", "gracias por hacer que a algiuen a quien le gustan más los números que las palabras se haya entusiasmado y haya encontrado el camino para guiar a los niños con actividades y estrategias nuevas", "leer y escuchar textos fue un placer, además me contagió ese sentimiento de amor hacia la lectura". En fin. Estoy contenta. Llena.
En el almuerzo, me senté con unas maestras de Tartagal que no sé cómo empezaron a contarme algunas de las cosas que se cuentan por la zona. Así, Esther me contó que Coquena es el protector de la caza. Y que cuando se va a cazar y se tiene buena suerte, no hay que exagerar. Una vez, hace un par de años ya, un grupo de hombres había ido a cazar y les había ido muy bien. Y volvieron al finde semana siguiente, y al siguiente. Y en una de esas veces, cazaron una vicuña. Para cargarla en la camioneta y llevarla de vuelta, la vaciaron. Pero cuando pasaron por el control policial, cuando el policía se fija atrás, en donde habían cargado a la vicuña, encuentra a una mujer desollada.
También Esther me contó que por su barrio todos hablan de La Llorona, pero que ella no creía para nada en esas cosas. Pero una noche, se despertó porque escuchó como nua especie de lamento. Se levantó, dispuesta a abrir la puerta para ver quién estaba pero por suerte el marido, que sí cree en estas cosas y que ya la había escuchado antes a La Llorona, la obligó a meterse en la cama de vuelta. Cuando las chicas le preguntaron qué hizo entonces, ella dice: - Rezar, para que encuentre paz. Eso es todo lo que yo puedo hacer por ella.
También me contó que en Ledesma, en la zafra, esta El Familiar, que todos los años se lleva a un peón. Que su madre tenía un hermano que trabajaba en la zafra y que un año se lo llevó el familiar y nunca más supieron de él. Y que ya sabían, que se lo había llevado El Familiar. Y que su abuela lo contaba así, casi sin pena ya.
Mañana voy a una Jornada Festiva de Lectura (donde los chicos se llevan un libro a su casa) a Campo Duran. Me espera una hora de viaje de ida y otra de vuelta en camioneta con Pablo M. Ojalá poder resistirla....