miércoles, 25 de junio de 2008

Resistencia - Día 2

El día comenzó teniendo que compartir la mesa del desayuno del hotel Covadonga con un vendedor de lubricantes hellix porque no quedaban mesas libres. Después, me subí al remis de Diego, quien viajaba con su amigo Hernán de copiloto. Dormí las 3 horas del camino y llegamos a Santa Sylvina donde me recibió Walter COntreras, encargado de distribuir las pensiones en la Municipalidad. De ahí fuimos al rincón de lectura del Barrio Fopar donde nos esperaban Celestino y Nancy, su mujer, junto a Florencia, una de los muchos hijos que tienen para empezar a organizar la jornada festiva. No me querían contar mucho qué iba a haber pero querían que los ayudara con la organización de la entrega de libros. Distribuimos los libros para regalar de acuerdo a las edades de los destinatarios y después, cuando llegaron dos voluntarias más: Silvina, maestra de una escuela cercana y super entusiaste, y Mariela, estudiante del secundario de 18 a;os, quien pareciera que srecibe un sueldo a cambio de trabajar en el rincón todas las manianas; nos sentamos en ronda, les mostré los manuales del programa y les expliqué un poco cuáles eran los objetivos y cómo ellos habían logrado todos.
De ahí nos fuimos a almorzar Walter, Mariela, los dos resmiseros y yo al comedor al que había ido la vez anterior. Hubo bastante histeriqueo entre Mariela y los remiseros, todo con TN de fondo. DE ahí de vuelta al rincón de Fopar donde ya estaba todo listo. Celestino se había arreglado para la ocasión ye staba bastante nervioso. Me dijo que había vuelto del campo, de la cosecha del algodón, ese día para el evento. Llegaron dos periodistas, uno de ellos un personaje del pueblo, Walter Fontanarrosa, quien iba a ser uno de los oradores del acto también. También estaba Rosario Flores, de la radio y de un diario local.
El acto comenzó con Celestino agradeciendo a la Fundación y emocionándose hasta las lárgimas, después me hicieron hablar a mí, después a Walter, después me hicieron pasar de vuelta para darme un regalo que habían hecho los chicos del rincón. Una tarjeta con corazón firmada por todos y después un cuadernillo para la Fundación donde cada uno dibujó en una hoja su cuento favorito. HErmoso.
Después hubo varios actos de los chicos de la escuela y la entrega de lbros que fue caótica pero linda.
Nancy y Ceferino estaban muy contentos. Fue muy lindo. Me sentí aboslutamente dichosa de poder estar ahi, de que ése sea mi trabajo...
Pero después se me estrujó el corazón y toda esa dicha se fue al tacho. Es como que toda la ilusión de 'un país mejor" que por momentos me agarró en ese acto, se fue a la mierda al llegar al otro rincón. Y me sentí una ingenua tarada.
El rincón estaba mucho más lindo que la otra vez, en uso. Y había unos 5 chicos de entre 3 y 9 anios. Todos roniosos. Resfriados. Y dos descalzos. Llenos de polvo. Hace meses que no llueve nada en el pueblo y no hay agua. No llega el agua potable y toda agua es de pozo. Cerca al rincón hay un pozo en el que cada día depositan 10.000 litros de agua que cuando llegamos a las 5 de latarde ya no había nada. Los últimos van a buscar agua con un trapo, asi aunque sea captan las últimas gotas y después lo estrujan y sale algo...
Hacía frio y los chicos estaban super desabrigado y descalzos. Y me pedían que les lea cuentos. Terminaba uno y me traían otro. Enseguida se sentaron alrededor mío y escuchaban. Trataban de pegar sus cabezas a la mía.
Después de leerles varios cuentos, me senté con Juanita, una maestra de catequesis voluntaria del rincón y Silvia, la supuestamente voluntaria que va a hacerse cargo del rincón pero de quien me enteré después que es la esposa de Walter y que, según lo que comentaron los remiseros después, estaría recibiendo un sueldo a cambio de ir al rincón. Me senté con ellas para contarles un poco del programa y entregarle manuales. Silvia me sugirió que podían hacer competencias entre los chicos a ver quién leía mejor y el que ganaba se llevaba un libro. Le expliqué que esa no era la idea del programa y creo que no me entendió para nada... no soy buena explicando aveces... no sé bien cómo hacer, cómo llegar...
Después volví a leerles algo a los chicos y nos fuimos. En el remis, los chicos me contaron que dos de los chicos del rincón les dijeron que habían estado cosechando algodón ese día. Ellos quisieron ir a comprarles zapatillas pero cuando preguntaron les dijeron que las tiendas cercanas iban a estar cerradas.
Nos volvimos... en silencio gran parte del viaje. Yo con una angustia grande...
Y de fondo un mp3 de "Sin Bandera" que se repitió las 3:30 hs. que duró el viaje y que terminó de dejarme sin ánimo alguno.
Al despedirme de los remiseros, Diego, el que manejaba, me abrazó fuerte y me dijo: "es muy bueno lo que hacés, gracias".

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